Sin duda alguna, la lactancia natural es la mejor forma de proporcionar el alimento ideal para el crecimiento y el desarrollo sano de los lactantes, pero también es parte integrante del proceso reproductivo y tiene beneficios importantes en la salud de las madres.
La leche materna aporta toda la energía y los nutrientes que el niño necesita en sus primeros meses de vida, y cubre la mitad o más de las necesidades nutricionales del niño durante el segundo semestre de vida, y hasta un tercio durante el segundo año.
Además, fomenta el desarrollo sensorial y cognitivo, y protege al niño de las enfermedades infecciosas y las enfermedades crónicas.
La lactancia materna exclusiva reduce la mortalidad del lactante por enfermedades frecuentes en la infancia, tales como la diarrea o la neumonía, y ayuda a una recuperación más rápida de las enfermedades y contribuye a la salud y al bienestar de las madres. Específicamente, puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer de ovario y mama.
La alimentación con leche materna debe iniciarse inmediatamente al nacer (si no hay algún impedimento médico), sin embargo, cada bebé va marcando su frecuencia de alimentación de acuerdo a su necesidad. Debe ser amamantado cuando lo pida, y durante el tiempo que lo requiera, esto es es lo que se llama “alimentación a libre demanda”.
Recuerda que algunos signos tempranos de hambre del bebé son: movimientos rápidos de los ojos, chupeteo, se lleva la mano a la boca, abre su boca en búsqueda del pecho, se pone inquieto; y algunos signos tardíos son agitación, llanto y coloración. Aunque en la mayoría de los casos estos signos se hacen presentes, pueden variar según el caso, por eso lo más recomendable es consultar periódicamente a tu pediatra.
Para que las madres puedan practicar el amamantamiento exclusivo durante los seis primeros meses, la OMS y el UNICEF recomiendan:
- Iniciar el amamantamiento durante la primera hora de vida.
- Practicar el amamantamiento exclusivo, es decir, proporcionar al lactante únicamente leche materna sin otros alimentos o bebidas (ni siquiera agua).
- Dar el pecho cuando el niño lo reclame, ya sea de día o de noche.
- No utilizar biberones o mamilas.
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